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Insecticida usado en floricultura pone en riesgo salud de embarazadas, científicos del Cinvestav

Ago 31, 2017

Ciudad de México. Detrás del cultivo de una flor habría una industria que está poniendo en riesgo la salud de trabajadores, mujeres embarazadas y de sus hijos, provocando desequilibrios hormonales debido a la exposición y uso previo de plaguicidas prohibidos hace décadas, pero que aún están presentes en el ambiente.

De acuerdo con Mariano Cebrián García, investigador del Departamento de Toxicología del Cinvestav, se detectó en sangre de mujeres embarazadas residentes en un área del Estado de México, dedicada a la floricultura, la presencia de DDE, un metabolito del DDT, en una concentración media de 63.6 ng/g (nanogramo por gramo).

El DDT es un plaguicida organoclorado que fue ampliamente utilizado en la agricultura y en el combate a vectores transmisores de paludismo, pero prohibido por su alta toxicidad en Estados Unidos desde 1972 y en México en 1992. Estudios en poblaciones humanas han mostrado que la exposición a DDE está asociada a alteraciones en el desarrollo cognitivo y psicomotor infantil.

El investigador explicó que los plaguicidas organoclorados son disruptores endocrinos, es decir, son capaces de mimetizar o alterar la función de diversas hormonas. Las pruebas, hechas en roedores, han sugerido que la exposición a dicho tóxico está asociada con alteraciones en el nivel sérico (del suero sanguíneo) de las hormonas tiroideas, las cuales a su vez desempeñan un papel fundamental en el desarrollo neurológico de todas las especies.

El equipo científico estudió a 430 mujeres embarazadas no ocupacionalmente expuestas a dichos plaguicidas, a las cuales dio seguimiento desde la concepción hasta el cuarto mes del embarazo. De acuerdo con el investigador, los plaguicidas organoclorados, como los DDTs, pueden persistir cerca de 20 años en el ambiente y en los tejidos de las personas que los aplicaron o que estuvieron expuestas ambientalmente a ellos, como es el caso de las mujeres estudiadas, ya que los plaguicidas, aunque fueron metabolizados, estuvieron presentes en las muestras.

En el estudio se encontró una alta proporción (56 por ciento) de mujeres embarazadas con bajas concentraciones de hormonas tiroideas, anomalías que se han asociado con alteraciones en el desarrollo cognitivo y psicomotor infantil. Sin embargo hubo un aumento moderado en las concentraciones séricas de la T3 (triyodotironina), pero no de otras hormonas tiroideas, y además un aumento en el riesgo de presentar una mayor concentración de TSH (hormona estimulante de la tiroides) en relación con las concentraciones de DDE.

Los resultados fueron interpretados como una respuesta adaptativa inicial que pudiera agotarse en el mediano plazo conforme al progreso del embarazo. Además, si la madre fue diagnosticada con hipotiroidismo, asociado o no a una exposición ambiental, esto podría verse reflejado en los infantes, presentando disminución de la talla y peso al nacer, así como falta de estímulo para crecer adecuadamente.

Cebrián García explica que de obtener financiamiento, continuarán el seguimiento de estas mujeres hasta el momento del parto y continuar el estudio en sus hijos e investigar su desarrollo cognitivo, psicomotor y hormonal en relación con la exposición de sus madres a diversos contaminantes.

La floricultura representa una de las principales actividades económicas en los estados de México y Morelos, razón por la cual el uso de plaguicidas en el momento actual se considera inevitable. Sin embargo, puede disminuirse su impacto sobre la salud si las empresas proporcionan entrenamiento y equipo de protección para el manejo adecuado de estas sustancias tóxicas, y así reducir los costos de las enfermedades que generan y que actualmente son asumidos por el trabajador, su familia y la seguridad social.

El estudio se realizó en colaboración con científicos del Instituto Nacional de Salud Pública y de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Redacción MD