Estas demandas han provocado cambios importantes en la industria alimentaria: ahora las corporaciones de tal sector, tratan de descubrir cómo seguir garantizando la seguridad en los víveres. Ruth Petran, Vicepresidenta de Investigación, Desarrollo e Ingeniería, Seguridad Alimentaria y Salud Pública de Ecolab, comparte las cinco tendencias alimentarias principales que pueden tener implicaciones significativas en la forma en que se mantienen los comestibles seguros:
1. Comida personalizada
Atrás quedaron los días en que amigos y vecinos comieron la misma comida que las generaciones actuales. En cambio, hay una mayor cantidad de opciones, lo que permite ingerir una dieta adaptada a necesidades y deseos únicos. Estas opciones abarcan desde las preferencias cetogénicas hasta las proteínas de origen vegetal, pasando por los alimentos y bebidas con CBD (Cannabidiol), un compuesto de cannabis que se encuentra actualmente en el centro de atención de medios, particularmente en Estados Unidos.
Esta mayor personalización trae consigo una mayor comprensión para abordar los riesgos potenciales de nuevas provisiones e ingredientes que pueden ser menos familiares para la industria alimentaria. También significa navegar por nuevas regulaciones de inocuidad de los comestibles; por ejemplo, más orientación sobre la regulatoria relacionada con los sistemas de entrega de víveres en el futuro.
2. Etiquetas limpias
Si bien se tienen más opciones para comer que nunca, los consumidores también exigen una mayor simplicidad y transparencia en los ingredientes comestibles. La demanda de “alimentos limpios” toma muchas formas, incluida la falta de conservadores e ingredientes fácilmente reconocibles.
Eliminar los conservadores, incluido el sodio, de los alimentos puede traducirse en una vida más útil y corta; también significa que se requieren métodos cada vez más innovadores para mantener alta la calidad e inocuidad de los productos. Desde la perspectiva de la reputación de la marca, también significa que las empresas deben adoptar una mayor transparencia y deberán responder rápidamente a las solicitudes de los consumidores para obtener más información sobre los víveres que comen.
3. Alimentos globales.
A medida que el mundo se ha interconectado más, ahora se tiene mayor acceso a productos de países como China, Tailandia, Canadá, Indonesia, Vietnam y Ecuador, por mencionar algunos.
Lo anterior significa que a menudo se consumen víveres que han recorrido distancias más largas para llegar a los distintos hogares, lo que puede traer mayor riesgo para la calidad de la comida. El riesgo también se ve exacerbado por la legislación y la aplicación inconsistentes de seguridad alimentaria en diferentes partes del mundo.
4. Crecimiento del comercio electrónico
De acuerdo con la Encuesta de Alimentos y salud 2017 del Consejo Internacional de Información Alimentaria, el 55 por ciento de millennials dice que la entrega a domicilio es el principal impulsor al comprar comida y de hecho es motor detrás del crecimiento en la entrega de víveres. De hecho, los restaurantes que no ofrecen comida a domicilio corren un gran riesgo de perder clientes.
A medida que la entrega de alimentos sigue aumentando en popularidad, los restaurantes (y las empresas de entrega) deberán evaluar los riesgos que trae consigo el proceso de entrega. Las principales preocupaciones incluyen el control de la temperatura y minimizar el potencial de contaminación cruzada.
5. La creciente demanda de alimentos seguros
La industria alimentaria enfrenta las crecientes demandas de una población cada vez mayor, que necesita más calorías; y también por parte de los gobiernos que están endureciendo las normas de seguridad correspondiente a los comestibles.
El camino a seguir corresponde a llevar a cabo estrategias consistentes de gestión de riesgos de inocuidad de los comestibles que incluyen tener una fuerte cultura de la higiene en los productos de cada organización. El mundo se volverá más complejo: abordar de manera proactiva la seguridad alimentaria hará la diferencia entre el fracaso y el éxito en la salud pública.
Redacción MD