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Nuevo método para diagnosticar hígado graso no alcohólico

Ene 16, 2018

El mal, asociado a la obesidad

Ciudad de México. El hígado graso no alcohólico es una enfermedad hepática debida a la acumulación de grasa en ese órgano. Aunque en México no hay estadísticas, se considera que esta afección crece a la par de obesidad y diabetes.

De acuerdo con la Secretaría de Salud, esta condición hepática se encuentra dentro de las 10 primeras causas de enfermedad y muerte en los mexicanos; además, generalmente no hay síntomas y puede presentarse tanto en adultos como en niños.

Investigadores de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán trabajan en un método para diagnosticar el hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés), y otra forma de hígado graso: la esteatohepatitis no alcohólica o NASH (nonalcoholic steatohepatitis), en la que, además de acumular grasa en los hepatocitos (células funcionales del hígado), principalmente triglicéridos, hay inflamación y lesión en estas células.

Salvador Fonseca Coronado, del Laboratorio Inmunología de Enfermedades Infecciosas de la Unidad de Investigación Multidisciplinaria de la entidad universitaria, explicó que se busca identificar en los pacientes un polimorfismo genético que permita diferenciar entre los que tienen NASH y los de NAFLD, porque hasta ahora la única forma de diagnóstico es una biopsia hepática, procedimiento invasivo que en ocasiones no es muy preciso.

Para detectar los polimorfismos, a partir de una muestra de sangre se identifican marcadores tanto genéticos como serológicos, con los que se establece si se tiene NASH más diabetes, sobrepeso o algún grado de obesidad mórbida.

NASH, prosiguió Fonseca Coronado, es una forma agresiva de esteatosis hepática no alcohólica, en la que además de la acumulación de grasa en dicho órgano, hay necrosis, inflamación y fibrosis, lo que lleva a cirrosis hepática y cáncer de hígado.

En estos pacientes debe distinguirse entre los que sólo tienen hígado graso (NAFLD) y los que tienen hígado graso e inflamación (NASH), porque durante el proceso de inflamación hay destrucción de los hepatocitos y su sustitución por fibroblastos, lo que da lugar a lo que se conoce como fibrosis. Cuando el daño es grave, se genera cirrosis, y la etapa final es el hepatocarcinoma o cáncer de hígado.

Riesgo y cirrosis

Aquéllos con NASH y mayor posibilidad de progresión a cirrosis y a hepatocarcinoma son los que tienen otros factores de riesgo, como síndrome metabólico: diabetes tipo II, hipertensión arterial, glucosa elevada, colesterol y triglicéridos.

“Esperamos la autorización de una iniciativa que sometimos a la Convocatoria de Proyectos de Desarrollo Científico para Atender Problemas Nacionales 2017, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, que busca identificar en estas personas el polimorfismo genético que permita diferenciar entre los que tienen NASH y los que tienen NAFLD”, remarcó.

“Con el fin de observar la progresión de daño hepático, al paciente con NASH se le debe dar un cuidado y seguimiento más estrictos que al de NAFLD, aunque éste tenga diabetes o síndrome metabólico, porque los de NASH tienen hasta 20 por ciento más riesgo de desarrollar cirrosis que los que aún no llegan al proceso inflamatorio.

La intención del estudio, en el que los investigadores de la FES Cuautitlán colaboran con médicos del Hospital de Infectología del Centro Médico Nacional La Raza, del Instituto Mexicano del Seguro Social, y del Hospital Adolfo López Mateos, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, “es generar información básica, de marcadores moleculares con aplicación clínica en los pacientes”, finalizó el universitario.

Redacción MD

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